Me aproximaré a tu vientre sin mirarte a la cara
para escuchar el último suspiro que brote de tu boca
me beberé gota a gota lo que emane
de tu ombligo…
Déjame acariciarte así sin pronunciar palabras
(no sirven de nada las palabras
cuando las manos hablan por sí solas)
Así puedo con lentitud apreciar la textura que cubre tus senos
¡esa tela que envuelve… que los asfixia!
Que los protege pero no puede evitar
que los sienta a través de ella.
Pienso –sólo quizás- que mi mano es callejera
transita por tu espalda
hasta arribar a la otra prenda
cuántos minutos pasan para arribar
al enjambre de tu sexo
y cuántos otros para dormir sobre tu pierna.