Como no voy a extrañarte, si aun busco tu mirada temblorosa en las tardes.
Ahora es la soledad quien comparte conmigo el café por las mañanas.
Ya no hay quien me despida cuando salgo a hacer los deberes, y arregle mi vestido antes de partir, ni quien me reciba con desvelo por las noches.
Tu sonrisa, tan tierna y tus ojos perdidos en un infinito universo de añoranzas, como me gustaba reducir las semanas para verte cada domingo.
Las hamacas de los arboles se han quedado esperándote por siempre, meciéndose con vientos tristes y aires de melancolía, ya no reciben a nadie que no seas tu.
Los remedios que ponia en tus heridas, remendando el pasado en tu dolor y poniendo medicina para aguantar ese presente que aun no llegaba.
Recuerdo cuando sujete tus manos por ultima vez, como quisiera no haberlas soltado nunca.
Como no te voy a extrañar si aun conservo todo de ti, tu olor, tu voz, tus pasos en el jardín, aun creo escucharte en casa, aun creo que vas a volver.
Es insoportable esta sensación de vació que dejaste en el hogar.
Como no voy a extrañarte, si la vida se me ha vuelto como un edificio sin columnas, dispuesto a sucumbir, pero no cae por que lo sujetan cuatro cuerdas desde el cielo.
Te extraño, y lo haré por siempre, hasta que te vuelva a ver, por que para mi eres indispensable y no se compara tu compañía a la de la soledad