Fría está la tinta en su lugar
y emborronadas páginas le salen a mi noche
como el terrible aguacero que promete
El tiempo en su tic tac arremete
y en la espesura arrincona la paciencia
no es nombre de mujer y duele
Le duele en el alma de arquitecto
querubín que rebusca en las querellas
el sinsabor se adueña y la hora cede
En el aire se concentra la esperanza
que mustia se apaga en desazón
no estás por más que busque
Las obras humanas necesitan de dioses
A veces, muchas, todas
Y estamos a punto de abdicar.
Ven mi Dios, líbranos de la hora
que nos mata y atropella la paciencia.