Finalmente
Cesó el ruido de la espada
Cambió su color el mar escarlata
Mi espíritu fluye
No hay más violencia
Y el recuento de mis días
Ofrece un amable panorama
Lejos los cadáveres, lejos el sufrimiento,
Saludo el día lleno de optimismo.
Nunca entendí la guerra
(brutal, dañina, carnicera)
Hasta que supe que era perversión del instinto:
Por eso mismo, puede corregirse
Esta Humanidad que tanto ha sufrido
Creí tratar a mis pacientes
(amantes de lo extremo)
Pero no hacía más que acompañarlos...
Hasta que supe que la mayor parte del daño
Corría por cuenta de ellos mismos:
Ahora soy mucho más útil.
Finalmente
Cesó la ambigüedad del sentimiento
Cambió la esencia de las cosas
Veo bondad en cada evento
Creo en la Divina Inteligencia
Y el sol ilumina mis pasos.
David Alberto Campos, Catedral y Aquelarre