Armando G.

De rodillas ante ti

No me incoo ante Dios,
menos ante los hombres,
pero la dicha
de estar de rodillas frente ti
no tiene comparación.
 
Apoyas tu espalda en el lecho
mientras de rodillas
en el suelo
aspiro el aroma de tu sexo,
lo admiro,
lo observo,
lo disfruto,
siento me seduce.
 
Nada se compara con tenerlo,
sus labios inhiestos,
abiertos como mariposa alada,
instan a los besos,
por besarlo desespero.
 
Mis dedos juegan
con tu monte de Venus,
muy suavemente
los paso
por tus labios mayores
en la búsqueda
de los menores,
hasta llegar al vaginal orificio.
 
La dureza
del clítoris erguido
la suavidad de las paredes
de la vagina,
es la obra perfecta
del cuerpo femenino,
el territorio del deseo,
el sitio
donde nace la vida,
la culminación
de la creación.
 
En la boca del vestíbulo
esperar que a mi llegue
la ola increíble
de tu orgasmo,
beber directo de la fuente,
alimentarme de tú simiente,
entonces
seré un ser
premiado por Dios.