De hambre de luz, estoy yo hambriento
de sangre de Cristo, estoy yo sediento
cual frágil alambre, recibo calambres
volando y calando en sublimes estambres
repletos de polen de ígneos pigmentos
alientos de vida que reparten los vientos
y zumbando palabras en celdas de enjambres
untado me quedo de aromas fragantes
y embriagantes consuelos, los atrapo al instante
con el talante elegante del sonoro sustento
que la verdad cede en versos vibrantes
al espíritu ardiente, humilde y brillante