Los versos se pudren en un cajón desiertos de esperanzas.
Afuera, el sol conquista espacios y revienta sonrisas de flores tercas.
Un niño intenta repetir las tablas
porque al final habita una promesa.
Un día,
aquel hombre,
va ser ebrio,mal hablado;
con un dos por cuatro bajando la cortina.
Nadará en la zanja y quizá agonice en el asfalto.
Lo circular ha de matarlo en una esquina.
La angustia, al fin de la partida,
mostrará su dentadura satisfecha:
¡Pobre de él!
pasando por la vida
sin un mojón,
de amor,
anclado en una fecha.