Perdóneme señora, si al confesarlo
hiera su intimidad en lo profundo
pero en el amor, difícil es ocultarlo
y más difícil cuando se está amando
Son tus ojos culpables de mi martirio,
es tu boca sensual lo que me inspira,
y hay tantas noches que paso en delirio
en mi sueño tu alma me abriga.
Quisiera saber si estas enamorada,
si tienes en tu pecho el corazón latiendo,
se que es delito amar a una casada,
pero por ti vivo y por ti estoy sufriendo.
No entiendo yo, porque soporto tanto,
porque dejo que el ave continúe su vuelo
porque sufres corazón? porqué tu llanto?
si ella tiene duelo, he allí tu duelo.
Mis ojos que abrigan la fe en el mañana,
en que tu seas mía como yo quisiera,
sin miedo a la muerte, porque su guadaña,
cuando hiere de veras nos lleva a la muerte.
Perdone señora, pero es que no quiero,
que otro abrigue su amor y su alegría,
esos besos tuyos, fueron para mi primeros
como tu para mi serás siempre mía.
No soporto que a otro tu mires y ames,
que entregues a medias tu amor sincero,
que cuando me miras tus pasos alargues
y bajes la cara y digas – te quiero –
Y me basta solo escuchar – te quiero –
para que mi pecho se llene de ti,
con esos ojos tuyos, cual claros luceros
que en la noche oscura, esperan por mí
Ay ... ya no quisiera tan solo mirarte,
y que tú tan sola me veas pasar,
quisiera hablarte, tenerte y besarte,
pero a mujer casada no se debe amar
Perdóneme señora, si al confesarlo,
le he causado daño o soy inmoral,
pero no es pecado amar, hay que recordarlo
y te seguiré amando sin otro amor igual.