La noche fue de los dos
nos adueñamos de ella
y la labramos inolvidable
intensa y tierna.
Nos encontramos los dos
se cruzaron nuestras miradas
y sin mediar las palabras
brotaron las caricias y los besos.
Y al encontrarnos de nuevo
se cruzaron de nuevo las miradas
y aparecieron las palabras
la melodía de tu voz
y de tu preciosa sonrisa.
Al compas de tu caminar
se mecía mi pensamiento
en el trayecto a tu casa
cuando buscaste mi abrigo
y en los abrazos hicimos
huir al frio del viento.
Y en medio de la noche
ya en tu casa
nos encontramos mil veces
y mil veces se cruzaron nuestras miradas
y el silencio y las palabras
junto a desesperados respiros
abonaron por igual
nuevos, más intensos y abundantes
caricias briosas y urgentes besos.
Y en la cita imprevista pusiste
al alcance de mis ojos
la luz de tu mirada
y tu sonrisa de luna
y al alcance de mis manos
tu piel de terciopelo
el albor turgente de tus pechos
y la estrechez de tu cintura.
Venus del altiplano
aquella noche fue de los dos
y la labramos como a tu imagen
hermosa y sencilla
sonriente e intensa
romántica y excitante.
Y llegada la mañana
se cruzaron por última vez
nuestras miradas
y sin mediar más palabras
que un “hastaluego” quedito
salí por tu puerta
e inició la nostalgia.
La noche fue de los dos
nos adueñamos de ella
y la labramos inolvidable
intensa y tierna.