Quiero abrir la noche
y desnudarla
debajo de mi almohada,
debajo de la estela
nimbada de mis sábanas,
hasta que aparezcas
para siempre tú.
Con los incendios indefensos
de la sed vespertina de tu cuerpo,
con la invasión votiva de tus besos,
casi, casi de campanas
que tañen lo vivido.
Y a través de la ventana
la luna continuará fingiendo
ser noche entre mi noche,
hasta romper en cada esquina
esplendor a esplendor
de la piel hasta el alma...
Para que te detengas
infinitamente en la humedad
de mi cuerpo deshecho
por tus lejanías.
Para que luego invadas
acariciadamente
uno a uno los sueños,
que tejen y destejen
las manos invisibles
de la madrugada.
Ahora Dilo conmigo:
¡Ahhh…¿Verdad que así parece
que seguimos naciendo
con tan sólo besarnos?