A veces, por el campo,
cuando el otoño vence y se recuesta,
cuando la impredecible lluvia arrastra
como un motor arrastra carburando,
él, con sus ojos secos,
saca un pañuelo blanco
y agita su bandera:
«Tal vez, hoy sea el primer día
del resto de mi vida»
Cosas que están y cosas que no estarán jamás.
Regresos vinculados hacia tiempos inciertos.
Días crepusculares que saludan marchándose.
Este episodio mío figuró entre sus ojos.
Este episodio mío se clavó entre sus ojos.
Yo te enseñaré, amor, lo que es tener
clavado en las pupilas un puñado de vidrios.
No tienes por qué hablar,
tu silencio se expresa mejor que tus palabras.