En el prado remoto de tu labios
veo acurrucar los susurros
como tumulto de desenfreno,
ahí mi beso haciendo zalema
y mi ojo hilvanando estrellas
de la noche hecha lucero.
Como ladrón en asecho
se acerca tu palabra a mi oido
arranca con soseria
mi atención mas plena a tus ojos dormidos
tu silente voz cae como catarata
en arrollo y va con vapores y olvido
a dejar el fragoroso murmullo
de tus labios en los míos.
Un cielo tisú, tus pestañas zurcidas
y el ojo como caricia en abrigo
va amaneciendo en cada parpadeo
con la elegancia,
de un sol a medianoche que besa
a lustre con el furor de la sombra
oscilante en tu pupila.
Y un sagaz reflejo
en la driza del barco
me anuncia la partida,
y oteo el último sabor azul
de nuestros labios pegados
que en lontananza va dejando en el lastre
de tus ojos un aroma de “nomeolvides”.