Inmersa en un lago espeso,
De escrúpulos y deseos,
No diviso luz alguna,
Tras las manos que me guían.
Me suelto de una, me tomo de otra,
Me viro y me empujan,
Me arrastran, me enredan.
Un camino de astillas,
Que dejaron los sueños,
Se incrustan, lastiman,
Perforan las llagas que lleva mi vida.
Y me duele...
No haberme subido al árbol eterno
A morar con los míos.
La cama de pétalos,
Rojos, blancos y negros,
espera el reposo de mis pies ligeros,
me tumbo sobre ellos,
me impregno en su aroma,
Se adormecen los nervios,
Y me fundo en el recuerdo
Del casi amor de cada uno ...
de sus únicos dueños.