Virginia de Albán

BRINDIS CONTIGO

 

 

¡Ah, bebedor de sombras!

 

Es que me asedias

como un vendaval de astas en celo.

Ahora miro tu cuerpo

arrastrando mis sueños hacia el tuyo.

 

 Quizá, quizá la noche

defienda nuestra noche,  

y largamente nos desnude

hacia el final en vilo

 de tantas madrugadas.

 

Te invito a compartir

la guerra de mis pechos,

para que al fin te embriagues

 de este invierno abrazado por la lluvia.

 

Mientras invito al mástil de tu luz

entre la sombra roja de mis labios,

para que el mar comprenda

que no está nunca solo

aunque se esté muriendo.

 

¡Ah, bebedor de sombras!

 

Derrama ahora la tormenta que eres

lánguidamente tú dentro de mí.

Y luego recibamos

los asedios del beso

agotando los incendios del cuerpo,

y juntos invernar

 como desnudos de oro,

ante este diluvio de presagios

acariciándote con toda mi vida…