polonius

Ahora

Ahora suspiro por no poder estrechar entre

mis brazos ese cuerpo tan definido como

es el tuyo, tu silueta candente bajando

la ladera del este, simulando ser dos promontorios

entre la llanura que nutre mi imaginación

por poseerte entre lagunas de fuego por siempre.

 

Ahora evoco tus labios, aquellos tan delicados

que al contacto con los míos provocan erupciones

volcánicas en nuestro fuero interno, aquellos

que siempre se prestaban solícitos a un masaje

carnal que derivaba en la penetración lingual,

uniéndose entre ellas, en escorada masa de pasión.

 

Ahora vislumbro tus redondeados senos, firmes

y prietos como aguijón de espuela, fletando

al frente unos pezones que se erizaban

al contacto de mi sólo aliento y se masturbaban

al ser succionados con deleite por este pescante

de lo divino en ti, mi niña, mi sol, mi vida.

 

Ahora siento tus manos acariciar mi cuerpo,

llegar hasta mi cuello y asirlo con presteza

para llevarlo hasta tus labios donde se calibraba

en mil pares de hojas al viento mientras

susurrabas en él con tu aliento lo mucho

que me querías, lo mucho que le demuestro

al sol ser portador de luces más potentes

para cegar esos ojos que en la distancia

evocaban un misterio derretido en mi cuerpo.

 

Ahora sufro por no poder apreciar tus dotes

de amante fiel y lloro desconsolado la partida

de mi lado, con un frío beso, en la estación

del rencor, mientras tu tren partía hacia la

más lejana tierra, confundiéndome hasta la

extenuación, dejándome con la brida de la vida

tan espantada y alarmada por la soledad

que me enclaustró desde el mismo momento

de tu partida a esas tierras tan extrañas.

 

Polonius