Ya te veía venir y no me conocía
ni mis defectos, muchos;
ni mi mucha porfía.
Y ni en mi terquedad, de sueños tan hermosos,
cabía en tu mirada mi hilvanada ternura.
Me dió la sensación de vidas anteriores
y como un rey ancestral
andaba en las orillas de tus primeros pasos
queriendo hacerte mía.
Yo fuí ladrón de sueños
anticipando al mundo
que daba hasta mi vida por un abrazo tuyo
por tu color de labios,
por tus suaves murmullos.
Yo me oculté en la estrofa,
pasajero escondido,
polizón de mi angustia revestida en el verso
para que entre las noches,
cuando tus ojos cedieran,
saltaras en mis letras para escribirte un beso.
Yo me perdí del alba tus mejores regresos
y me aferré a tu espalda para llorar incendios
y al no encontrar la forma de sonarte en mis verbos
me tragué todo el tango de la tierra que quiero.