Cada noche, cada mañana, cada día veo mi entorno y esta vacío, me faltas tú; tú que no tienes rostro, no tienes voz, no tienes cuerpo… Tú que eres la absoluta ausencia a mi alrededor, que no se si existes o eres solo mi imaginación.
Despierto y doy los buenos días a lo etéreo, acaricio la piel del aire y beso los labios de lo intangible. Por la tarde tengo largas charlas de temas imposibles, escucho atentamente la voz del silencio y planeamos juntos un futuro insustancial.
Por la noche, cuando intento dormir, me abruma la cruel realidad del vacío y me pregunto por que sigo torturándome de este modo. ¿Seré acaso masoquista? ¿O será que deseo demasiado lo improbable?