Amo la poesía
mucho más que el amor;
amo la alegría
cuando siento dolor.
De tu espalda
amo la estructura,
y de tu falda
me repugna la costura.
De tu pecho
amo los penachos,
y en tu lecho
aborrezco los muchachos.
Son tus piernas,
esas largas colinas;
que enloquecen,
cada vez que caminas.
En el bosque del pecado
sin miedo entraré;
a quedar condenado,
y después moriré.