Mirar los ojos del mundo en tus ojos que engañan,
convirtiendo todo el planeta en un sentido perverso.
Hablar de aquellas personas que no aman y extrañan,
Sería igual que decir que no existe el universo.
Hablando con tus ojos felices que iluminan mi tristeza,
pensando sinceramente en el amor de cada persona.
Llorar por la manera que el tiempo mata la belleza,
y dándonos cuenta al final de que el tiempo no perdona.
Al parecer, el tiempo engaña las personas,
indiscriminadamente o quisaz sin querer.
Así como la noche engaña a nuestras sombras,
a cada momento y hora hasta el amanecer.
Devoramos los amores, sin saber que pasa el tiempo,
así sin calcular que el tiempo es solo un estupor.
Y cuando nos demos cuenta que somos un murmullo,
le diremos a la vida que no se juega con el amor.
Siendo que alguien me escucha, siendo que a nadie le importa,
siendo que alguien aprende, o será la vida de mentiras.
Si tu amor existieras, abrirías una nueva puerta,
Y al mirarme llegar dirías que no me miras.
Cuando al alma la domina una pobreza inexplicable,
es porque mucho de su tiempo se perdió así sin razones.
Pero cuando el alma es un noble y es amable,
deja abierta siempre las puertas de sus prisiones.
No significa algo victoria, si por ella no moriremos,
así como no significa nada un cuerpo sin calor.
Así se apreciamos lo que nunca tenemos,
le diremos a la vida que no se juega con el amor.
Así el tiempo se apura, para engañar a las personas,
para hacerles creer que en realidad son sólo un estupor.
Habrá de llegar el momento en que vivan más las sombras
que aquellas personas, que juegan con el amor.
Honestamente pensando en un mundo más humilde,
y despreciando sin piedad a un mundo de mentiras.
Abrirás una ventana feliz dentro de una puerta triste,
y aun sin mirarme, dirás que me miras.
Leom Kolmnela