Eugenio Sánchez

PELEA DE TOROS

Era una tarde gris allá en los andes,

 el cóndor sobrevolaba el  horizonte,

y la muerte cantaba su victoria 

allá en la ladera de Tranca Wara.

Dos eternos rivales frente a frente,

bramaban  incesantes y rascaban,

sus  mugidos, cual   bélicos mensajes,

cual  voces de dragones  furibundos,

 los peñascos,  los únicos testigos

que hasta hoy sus ecos reverberan.

 

Como dos gladiadores, los dos toros

el mulato y el negro, grandes rivales.

¿Sería el fin para cualquiera de   ellos?

Más y más se  acercaba el uno al otro

con sus ojos de fuego  desafiantes  

y en un saz.  empezó el fiero combate.

Las astas como flechas se cruzaban

el negro el más diestro desde arriba 

dominaba al mulato cuesta abajo,

y enceguecido por demoniaco odio,

no   previno el peligro  inesperado

y siguió empujando su oponente. 

sin parar, hasta el despeñadero.

Rodaron y  rodaron por la ladera

envueltos en espinas y tunales.

Un estruendo hirió a  la apacible tarde

y el paraje de polvo fue cubierto.

Quedáronse deshechos, y desangrando

y con sus rojas  lenguas escupían

agónicos bramidos  en su agonía.

Mas el viento cargó sobre sus alas

 el  hedor a sangre y a venganza

Hoy el sol sigue brillando allá arriba,

el viento va cantando la canción de siempre,

 en el cielo la inmensa  polvareda

y  en mi recuerdo al negro y al mulato veo

en eterna lucha encarnizada

allá en la ladera de Tranca Wara

 

 

 

Eugenio Sanchez Bacilio