La vecina escoba en mano renegaba y con razón, pues la inclemencia del tiempo no le permitía hacer su trabajo como debía, el viento arremolinado jugando con las hojas parecieran estar ejecutando un ballet de otoño.
Ya cuando abrió la puerta de la calle, miró hacia el cielo y lo vio con unas nubes extrañas color gris oscuro sobre el firmamento, que se movían por demás ligeras y lo único que atinó a decir fue, esto no me gusta nada, tengo un mal presentimiento.
Al rato comenzó a llover en forma intermitente y arrachada, se metía por todos lados dificultando la visión, pero eso no evitaba ver la expresión triste en la cara de los pocos transeúntes que por allí pasaban.
Sentado en mi mesa de trabajo y dispuesto a escribir como lo hago habitualmente, noto con pesar que estoy tan intranquilo que la inspiración estaba muy ausente de mi, entonces comienzo a preocuparme en serio puesto que no era común que me sintiera así.
Me levanto y salgo al balcón, el cuadro que veo era lo más parecido a la época negra de VAN GOGH, por consiguiente me deprimo aún más. Al rato siento un ruido sordo que viene de lejos, miro hacia ambos lados pero no veo nada, comienzan a abrirse las ventanas de muchos vecinos, mirándose extrañados y sin entender que era lo que estaba pasando.
En un momento dado parecía que toda la ciudad estaba en una tensa espera, lista para encontrarse con algo, pero ¿qué?.
El barullo ya no era un susurro lejano, se sentía muy cerca atronando el entorno, siento los ojos mojados, me los refriego creyendo que tal vez se haya introducido un cuerpo extraño en ellos, pero las lágrimas comienzan a brotar cada vez con más intensidad, juntamente con una tristeza que había hecho presa de mi, me asusté mucho, típico de aquellos que presienten algo pero no entienden que.
En ese preciso instante con el arrastrar de miles de pasos avizoro la punta de un cortejo fúnebre, prevalecían los crespones negros y a la muchedumbre se la notaba por demás apesadumbrada, me llamó la atención la gran cantidad de carteles que portaban los cortejantes, en uno decía: TUS AMIGOS DE TANTAS LUCHAS EN BUSCA DE UNA SOCIEDAD MÁS JUSTA QUE NO TE OLVIDARÁN, ya estaban bajo mi balcón y desde ese lugar, no alcanzaba a leer tanta cantidad de carteles que llevaba la gente, pero a algunos tuve oportunidad de ver.
Diviso uno que dice: LA COMUNIDAD HIPPY A QUIÉN FUERA LA FELIZ INSPIRADORA DE SU FORMA DE VIVIR, LA CONFRATERNIDAD OBRERO PATRONAL PARA UN MUNDO MEJOR, LA UNIÓN DE VOLUNTADES EN POS DE ERRADICAR TODA CLASE DE DISCRIMINACIÓN y otro en grandes letras: COMITÉ DE ANCIANOS CONSEJEROS DE LA COMUNIDAD.
Siguió el desfile con infinidad de inscripciones del mismo tenor, hasta que en un momento mi desorientación era tan grande, que perdí la noción de lo que estaba haciendo allí, después de mucho esfuerzo logré sobreponerme y como un poseso salí corriendo hacia la calle, desesperado por saber que estaba sucediendo.
Tomé del brazo al primero que encontré y perentoriamente le inquirí el motivo de semejante alboroto.
Me miró con cara de pocos amigos y al rato como perdonándome la vida, me gritó en pleno rostro, en que mundo estás viviendo pedazo de animal,¿no ves que es un cortejo fúnebre y estamos todos acongojados?.
Si, ya veo le contesté, pero quién murió para que haya tanta gente desesperada ¿algún funcionario?, me tomó de los hombros y me pregunto: ¿tu crees por casualidad que hoy por hoy el pueblo saldría a la calle de esta manera...POR LA MUERTE DE UN FUNCIONARIO?.
Se nos fue “lo más importante que teníamos en la vida”el último vaso comunicante ¡CON LA GRAN ESPERANZA!.
Con un grito desgarrador le pedí que me dijera de una vez ,que era eso tan trágico que sucedió.
Bajando la vista y vencido por la emoción me dijo:
¡”SE NOS MURIÓ...LA UTOPÍA”!...
Boris Gold