El destino es mi marionetero,
yo su jodida marioneta.
Cuando miro la tierra me transporto a mi piel,
y en sus poros puedo observar los misterios.
Que ni el espejo dicierne.
Mas las palabras son de ojos,
porque sus pupilas hablan,
y esas palabras son las que dicen.
Si marionetero me concediera lo que pido,
si me sopla un suspiro, que me de vida,
que me de alivio.
Si marionetero manejara mi voz,
y la fuerza que no me dio Dios.
Dios de mi, Dios de dos,
de la tierra y de ti.
No hablar como marioneta,
hablar como corazón.
Pensar como alma, y tocar cual nube gris.
Entonces, podría hacer destino con articulaciones,
y predecir mi felicidad dirigida hacia (SU) camino.
Entonces podría soñar sin ser marioneta...
Sammantha