Agua.
Agua clara,
fresca,
perlada,
que resbala
entre mis dedos.
Agua
luminosa
que se escapa
hasta abajo
en el suelo,
y allí,
en surcos,
escribe tu nombre,
difuso.
Y sus restos,
en espejo,
me devuelven
tu rostro,
y tu rostro
me devuelve
la alegría,
como si vinieras
otra vez,
y al rato te fueses
……………..otra vez,
de un sitio de mi alma
a otro sitio,
corriente abajo,
en un fluir
etéreo,
de fuente grácil,
como un vuelo
de melena al viento,
como un juego
de savia aturdida,
como la vida
………..la vida
sus correrías
y sus sueños.
Y del arroyo
otra vez
dos gotas,
entre mis dedos,
que se fugan
y caen
casi ingrávidas
a su nuevo lecho.
Suena el agua
en su sordo
quejido.
Suena el agua
en mi oído
aturdido.
Suena el agua
y grito al aire
y el aire se esconde
encunado
entre las rocas.
Y llora llora
que llora el viento
el eco de tu demora.
Y grito grito
…..que grito
mi lamento.
Y mis pies,
y mis manos,
y todo mi cuerpo,
te sienten ahora
en su ribera
cristalina
dulce
serena;
y su resaca,
venida,
te trae,
te trae otra vez
mi dulce amor,
te trae
……te trae
……a mi ser;
y entonces,
de júbilo
lleno,
de dicha
y de gozo,
creo cierto
ese oráculo
ese presagio
esa profecía
que me habla
de ti
y
de mi,
de nosotros
…….juntos
en un edén,
nuestro vergel;
y allí te siento
conmigo
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