Caminar por el valle y sentir el viento que zumba;
Oír mis pasos solitarios y sentirme observado;
Paso tras paso, con cautela, y los pies descalzos;
Dios me vigila en lo alto.
El pulso creciendo y respirando rápido;
Sintiendo el miedo denso cursar por mis venas;
Observar mi herida que todavía sangra;
Dejar la sangre que corra y alimente la tierra;
Sorber la sangre del brazo, sin darme cuenta.
Y sentir el sudor frío en mi frente.
Tengo miedo y estoy solo.
Mi marcha es lenta e inevitable;
Mi destino cierto y mis pasos vacilantes.
Llegaré pronto para unirme a las piedras del valle;
Para ser parte de su sólida estructura;
Su materia inerte e imperturbable.
Ya casi llego.