Vicente Martín Martín

Digamos que éste fuera el ultimo poema que te escribo

Digamos que éste fuera

el último poema que te escribo y que después

me anudara las manos para siempre,

te diría

 

que todo cuanto dije, si es que ha sido ficción, fue la utopía

más hermosa y real que nunca pude

jamás a imaginarme,

 

te hablaría

de lo duro que ha sido convivir entre murciélagos

cuyos besos dan asco,

 

pero ahora

no hablaría de ti ni escribiría otra cosa que no fueran

verdades como puños,

palabras desangrándose que no caben enteras en las líneas

de cien endecasílabos.

 

Te diría, pongamos, que hoy es viernes y estamos

a once de febrero y a estas horas del mundo

nada tiene sentido

sino en ti,

que he comido en tu cuerpo de las mieles más agrias y bebido

los más dulces vinagres,

que he llegado hasta aquí y volvería a buscarte nuevamente si el azar

se llenara de calles y de nombres

o no hubiera un lenguaje

con que expresar el gozo –o el pecado-

que me miento mintiéndome a mí mismo.

 

Si éste fuera

ese último poema que nunca escribiré

vivir sólo habría sido

un adiós sin adiós

o un hasta luego.