VIII
(mujer anciana)
Eh visto una flama encendida,
al mirar la profundidad de tus ojos,
vidriosos, por el paso de la vida,
pero aún vivos... Y amorosos.
Tu manos... Herramientas sutiles,
trabajando firmes, ágiles y precisas,
fueron espada, al defenderte firmes,
fueron sanadoras, al curar heridas.
Tu sonrisa... Ahora temblorosa,
refleja alegrías, satis facciones,
de una larga jornada esplendorosa,
llena de dichas y aún con dolores.
Las arrugas de tu rostro,
sicatrices dejadas por los años,
lágrimas, risas traídas a su encuentro,
ahora, tan solo recuerdos de antaño.
Fuiste amada, enseñaste a tus hijos,
obraste bien ante injusticias,
caminaste firme y fiel por tus despojos,
hoy para tus hijos... Viejo mueble que ahí ensucias...
Carlos R. Barrera