Cuando ya no pueda hablar,
cuando el silencio sea ya sagrado,
todavía aún te querré escribir
unos versos que había guardado.
La postrera muerte no apagará
ni un instante mis ojos de enamorado,
ojos que más que de hombre son de alma,
ojos ardientes en este mundo tan cuitado.
Cuando ya no te pueda ver, amor,
yo en ti seguiré pensando;
y cuando mis palabras no se oigan,
tú seguirás, amor mío, mi llanto escuchando.