La noche corta en el alma las hojas
de antiguos árboles enmohecidos
en sentimientos de luna y verso
de cal y arena; de estío y hastío.
Viene el beso en brioso corcel asido
dejando huellas en aguas de río
vano intento de atajarlo hace el rocío,
algo que ni la floresta ha conseguido.
La noche, cercando el camino cae
ya es hora de luciérnagas y grillos
se escucha así, lejano, un quejido;
es una enagua tiesa que el beso lleva
y silbando, el viento trae.
Mocosita de ojos claros y labios carmesí
torbellino y quietud,
alegría de mis horas inmortales
¡olvídame tu, porque yo no puedo!
Delalma
Sábado, 05 de febrero de 2011