Que vejez tan importuna
es ésta
de olvidarte
ni te espero hoy…porque el mañana se ahoga.
No has de regresar lo sé
¡el adiós…! Fue cosa nuestra,
ni te espero -ni me esperas-
Es una neblina espesa esperarte aquí en la esquina
en aquella donde entonces
esperarte era alegría.
Cada tarde (cada tarde)
Para caminar contigo acogido de tu brazo
o poner sencillamente
mi mano sobre tu hombro;
ya no hago tiempo es inútil
sin embargo
no es absurdo recordarte,
pero ignoro si en tus recuerdos
estoy yo: en alguna tarde.
Ésta es añoranza que se aviva como el fuego
que tira la taza de café
donde bebí tu desprecio,
no obstante he de confesarte que morosamente
y de puntillas bajo el silencio de mi desventura
te he buscado en esa esquina
-con miedo a que no me mires
con la cobarde nostalgia
de nuevo me alejo
con un suspiro en los labios-
Por eso ya no te espero y sé que tú no lo haces
¡por eso! Ya no te extraño
aunque en la esquina tu pases.
Nunca pensé que esperarte fuera tanta democracia
pero un amor que fue brasa
en cenizas no descansa.