Joven locura, dulce pasión
De los de corazón ardiente
Siempre te siembras como una hierba
Dócil a la puerta del desierto,
Y a la ventisca y cerrazón
El pecho.
Sin rostro, cabellera plateada
De la noche sin estrellas,
o del color del sol brillando
llegas cuando los párpados pesan
y alumbras como un relámpago
en la penumbra
el lecho.
Adúltero,
de la noche te escapas
caballeresco y gallardo
Te me plantas en un montón de estrellas
Invisibles, y en la pluma alas
y al papel la tinta
el corazón y la llama,
verso.