Buscando en su pueblo el arte más puro
Va por los senderos recónditos… tristes.
donde el campesino brega con la tierra
arañando sueños, en trabajo duro.
Soñando…soñando, en el mar lejano
Que quizás, soñando, pueda conocerlo,
Y escuchar con brillo y llanto en su mirada
El hermoso canto de las caracolas,
O tal vez, el canto de alguna sirena.
Esa es su meta, vierte en ella su esencia.
Lograr que esas manos que escarban la tierra
Que ordeñan la vaca, succionando vida
Se vuelvan palomas en un escenario
Volando…volando
Entre tules y oropeles, organzas y velos,
alas y aureolas de luz, coronas de estrellas.
Cuerpos no apropiados según los que piensan
Que la danza es privilegio de cuerpos refinados.
Él lo niega, él , no, no cree eso.
El saca de cada uno de los campesinos
La esencia del arte, con sabor a tierra
Con olor a hierba y retamas florecidas,
Palpando el anhelo de aves en vuelo
Volando y volando hasta tocar el cielo.
Y en ese catecismo forma al ser humano
Consciente de su historia y de su identidad,
Con amor a la tierra como legado de la Divinidad
Y no solo encontrará en el suelo las raíces vegetales
Encontrara en sus cuerpos las raíces de su alma.
En el escenario del pueblito de Déleg
Danzaran ángeles salidos de la tierra
Elevándose a los cielos dirigidos por un ángel:
El curita bailarín, carismático y constante
Que ama a Dios en el ser más humilde.
Y su altar es el escenario.
en donde, da lo mejor de su vida.
Su enseñanza y la palabra Divina:
“Amar al prójimo como a ti mismo”
Y él, artista amando y dando a su prójimo
lo que el ama: su arte.
Y es la vida su altar y su escenario.
Así es el padre Carlos, mi amigo
Ante quien me reverencio
Porque es alto en su empeño
y en su amor por la vida.