Expresión de tus labios,
brío socalado de tu seno en lactancia.
Madre, rumor de miel en la voz de un niño;
solado de cumbres y arrecifes de tu piel tierna de caricia
que en los joviales pañuelos de los rizos de plata
duermen los cantos del último latido.
La niña ve en las nubes sureñas, la procacidad de un cuervo
revoloteando la espigada frente de la ventana.
La muerte, siente el llanto del cielo, trae consigo
el corrosivo liquido de aires contaminados
el crespón se viste de gala airoso en su victoria
mientra la niña de ojos huérfanos
musitaba en los jadeantes rizos de plata
¡No te mueras mamita!