Fijo mis pies en la roca maciza
que eterniza mis ansias y mi fuego
mientras recoge una mar distinta
las olas fenecidas de los ruegos.
Detengo ahora el paso vagaroso
anclado en la vida enquistando sueños
y rompo el andamiaje entre los fiordos
rampantes, y entre témpanos me duermo.
Entrego mi barca en la usual orilla
dejo los muelles de áspid y polilla
y alzo un vuelo sobre el final concierto.
Madera del navío y piel comida
serán, mientras yo en la roca encendida
a la luz perenne y al vivir asciendo.