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LLORARAS sobre mi TUMBA

LLORARAS sobre mi TUMBA:




Aquellas lágrimas nunca vistas correr por tu hermoso rostro, hasta caer una a una lentamente en mi fría lápida y quizás con esto todo termine, pudiendo descansar en paz, por este largo sufrir de soledad en la tierra de los amores eternamente enterrados y olvidados...,

Al tener Tú, por deber y honor aunque no lo sientas dentro del corazón, de colocar el punto final a esta historia de dolor, por añorar en las noches de ausencia la anhelada presencia de la mujer amada, que ahora no tendrá más que cerrar sus bellos ojos glaucos para no ver frente a Ella a quien en el ayer fue esperado por sus deseados brazos, con ese amor de juventud, reflejado por su alma noble en sus ojos verdes, sin tener que mover sus labios, pero que hoy desconoce de color gris como es el mar de invierno, el haberlo conocido alguna vez por mí, cuando enseñé a besar con besos muy sinceros míos, su inexperta boca, amándola profundamente, como solo ama de veras un hombre a una mujer...,

Señora, en el comienzo de tu sufrir en silencio, por llorar lo jamás llorado a mi lado, bendiciendo esas lágrimas, que por tus ojos al fin veo rodar desde el más allá, cuando en el tiempo regreses con mi hijo ya grande a mi tumba moza, para mostrarle el lugar donde descansan los restos del que en vida fue su padre adorado y para ese entonces, espero que de los espacios habidos por castigos de recuerdos divinos, hayas logrado reflexionar en tu soledad aprendida, por todo el mal que me hiciste padecer por tu desamor amargamente vivido, al mirar atrás en algún momento de remordimiento de conciencia a ese nostálgico pasado, que no volverá hacer florecido a tu ventana...,

Tal vez, cada aniversario de muerto, siendo desde ese entonces, libre por el resto de tus días, para hacer con tus nuevos amaneceres al despertar lo que te plazca, sí, muy libre, como son las hojas cuando vuelan sueltas al viento, una vez que se han liberado del yugo del árbol a las cuales estaban sujetas desde su nacimiento...,

A lo mejor, por valorar tardíamente al hombre que intentó siempre en vida, hacerte feliz de alguna manera, con todos sus defectos y cualidades, pero que de seguro te amo, claro que te amo, sin reglas y condiciones que cumplir, nunca, hasta que decidió poner coto, cerrando sus ojos al mundo, quedando en su cama como dormido, al poderte tener, solo en sueños.
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Sergio Yglesias García
Caracas, 18022011 08:30 PM.