He visto un árbol lágrimas llorar,
al caer en torrentes se vió
de sus ramas, un gran
sentimiento de amor.
Cayendo como gotas de cristal,
florecillas moradas vertió,
y en su pena mostró
un profundo dolor.
El noble pronto el suelo alfombró,
y el jilguero cantó
triste canción:
Su gran amigo se despojó.
El silvo por sus ramas se filtró
y el perfume buscó
más no lo halló.
Su queja triste entonó.
Recuerda que hace tiempo una cruz
fue labrada con solicitud,
y aquel tronco sirvió
de cadalso a Jesús.
Con gruesos clavos una turba infiel, oh,
al impacto de un mazo trazó,
en su carne el compás
de una cruenta canción.
La sangre de aquel hombre empapó
el madero final donde se dió
la gran batalla de la redención.
Y llora el árbol noble al recordar
al sufriente Jesús, el Salvador,
que por el hombre padeció. Oh...
R. Gruger / junio 1976