RICARDO ALVAREZ

NOS UNIO EL AMOR- azul intenso

¡ Ah, callado amor ¡

que rumorea el sueño silente de las caracolas

desvestida sin rubor como la ostra nudista con alas de gaviota,

volando agua azul y olas.

 

Tu turgencia es mi tacto predilecto.

Tus caderas me seducen porque caminan con tu alma

Tus senos me reviven de aire y luz

Cuando siento el trópico visible de tu pecho latiendo.

¡Ah desnuda ¡

Estatua de piel cobriza, refulgiendo en el aleteo profundo de la noche

cuando los recuerdos hablan y

la vista va mas allá de los montes verdes.

Nos vio la tristeza

Empañar los cristales en las pupilas

El gemido arrasador de los sueños diluidos

Pero los hemos revisado con esmero científico,

Con el paciente tiempo de la arena pesada,

exhumando cada célula ladrona,

con los cuellos ruborizados de labios.

 

Sin perder un crepúsculo ni una tarde de ventana soleada.

Haciendo del amor unido una amnistía.

 

Nadie vio nuestros espectros alejarse solos

tras los cerros paralelos del desencuentro

Anduvimos los rieles de la vida con los hierros de un tren indivisible.

Ni la vil moneda corriente del trajín diario

con los papeles de usinas a cuestas y algún otro derroche urbano

-como una canilla goteadora o un teléfono desgastado-

¡ Pudo mas nuestra unión ¡

Que los guijarros cotidianos.

¡ Ah, pez colorido de mis aguas entrañables ¡

las mareas cotidianas no mellaron nuestra maroma de agarra

ni el agua revuelta del naufragio desapasionado

pudo con nuestra vela negra de pirata izada y

la bandera patriota de nuestras comarcas.

Nos sobró  un buque para el amor de bote y

los brazos en remo coordinado.

Dividimos las aguas ásperas amotinadas,

apretando los genes lúgubres del viento golpeando los rostros.

Saltamos la tempestad con cuatro piernas atletas,

de muslos y huesos, y corazones erigidos.

Sobreviviendo las hojas del almanaque

con los mástiles estirados en los brazos y los ecos divididos enterrados.

Y yo, amada mujer.

Despierto a tu lado en cada mañana

Forjado por la noche en las flores alertas de tu jardín de alma dulce,

donde duerme la uva enternecida.

¡ Ah, mujer presente en mi latido ¡

con tu sonrisa de espíritu en puerto salpicado

emerjo con mis alas germinadas

la piel con tu humedad de embalse en lago,

buceando el fondo de estero, en tus entrañas dormidas.