Hoy mi mente se remonta, a una época mas remota,
a los 70`s, mas, mas preciso, el año del 77,
terminando secundaria, joven puberto,
lleno de rebeldía al seno familiar,
choque generacional, donde me rebelaba
al dominio paterno, buscando la libertad,
inicio la etapa mas cruenta de mi vida,
ingrese al colegio del aire, con muchos,
pero muchos kilometros de distancia,
me queria alejar de la familia,
demostrar que solo, me comia al mundo,
extraido de una familia rancia en la milicia,
con el apoyo de los amigos de armas de mi padre,
desarrolle pronto mi ilusión de toda mi vida,
seguir los pasos paternos, o ironía huyendo de su tiranía,
tres años despues me gradue, como piloto militar,
los amigos, hombres todos de mano dura,
me guiaron al grupo mas sangriento del ejercito,
confiando en la educación recibida, en la familia,
y en el nuevo hogar.
Lo mas selecto de las fuerzas armadas,
con entrenamientos diferentes, la elite,
del estado mayor presidencial,
nuestro emblema, la muerte,
nuestra placa de identificacion una muerte,
coronada con dos ojos hechos de rubi
que al contrastar ante la luz brillaban siniestramente,
nuestro sello, la destrucción, la desolación,
temidos por la población y por el mismo ejercito.
Tiempo donde como en toda Latinoamerica,
surcaban vientos de cambios violentos,
a el regimen politico y a su avaricia de poder,
pueblos hambrientos que clamaban con las armas,
un mejor mañana, y como todos los gobiernos autoritarios,
sordos a los reclamos justos, aplicaron el dicho
" Muerto el perro se acabo la rabía"
solo diestros en saquear a las arcas de la nación,
arrojaron al ejercito a exterminar a su pueblo.
Nuestra mision, tan dura y cruel, que no teniamos sueño,
pesadilla pronto pasaron, se acostumbra uno,
ser maquina automata, cumplir ordenes,
no dudar matar a la familia si era enemiga,
la primer oleada del fuerza aerea, nos guiaba
a nuestro destino, nuestro trabajo atras de ellos,
con los aviones mas modernos, fijarnos en quien
tenia sentimiento y dudaba en hacer el trabajo,
para que como exterminadores, eliminaramos
a esos amigos, que por el panico se convertian
en enemigos, su muerte nuestro seguro,
despues hacer su trabajo, nuestro trabajo,
eliminar pueblos completos, enclavados
en los lugares mas olvidados de Dios,
su delito dar de comer a los inconformes,
acribillar las ilusiones de mejor vida,
de los niños, salir de su pobreza,
tener que comer cada día,
en esta época, el ejercito me robo mi corazón,
el Diablo empeño mi alma, y Dios,
en castigo me quito, la capacidad de amar.