Ni más sabio el acertijo, ni tan culpable el pecador;
Sabe menos el adivino sin su mazo de tarot.
Ni es muy azul el cielo, ni más naval la medianoche...
no es oscuro el agujero por donde cruzan los reproches.
Ni es tan blanca la nieve, ni muy bella Blancanieves,
ni más barato lo andrajoso, menos alto el relieve.
Ni es negro el pasado, ni tan rosada una pantera...
ni más pérfida la suerte, ni tan soñada una quimera.
Ni es ausente el que no está, ni muy turbio un tornado,
ni pez lo que esté en el mar, o de plata lo cromado.
No es mentira cuando admitimos la verdad equivocada,
ni tan triste el camino de una alegría apelmazada.
No hay besos de caramelo, ni estatuas de sal tercas,
no hay autos en el cielo, ni un infierno tan cerca.
Ni piratas del Caribe, ni es bueno lo que se calla,
ni peso en la conciencia, confesiones de malasaña.
Ni Sodoma trasnochada, ni bares inmaculados,
ni cartas regresadas al buzón de los desdichados.
Ni pájaro en mano, ni que fuéramos tan idiotas,
ni romance de verano sin vino en las sucias copas.
Ni es mitad una naranja de este amor improvisado
ni es falta de soñar soñarte aquí a mi lado.
Ni dejo de hacer, lo que me venga hacer en gana,
ni dejo de pensar en tu boquita de porcelana.
Ni mas largo este letargo, ni mas corto lo que escribo,
lo que dices me lo guardo a un costado del oído.
Ni dejas de calar en la mente de este cobarde...
ni dormido, ni despierto, ni muerte que me embargue.
Blas Roa