Pude ver tus lágrimas de cristal,
que brotaban de tus ojos soñadores.
Tus tiernos labios mustios
musitaban de nostalgia.
¡ Cariño ! deja de llorar,
no desperdicies las perlas de tu alma,
por una incertidumbre sentimental,
porque una rosa como Tú|
no merece decaer la lozanía de sus pétalos.
Lo que ha pasado es una locura,
se que hice mal cobijarme en mi silencio sepulcral
comprendo que fue fatal mi ausencia,
al alejarme fugazmente de tus brazos
y dejarte sumida en la soledad.
¡ Pobre de mí !
me convertí en mendigo de mi indiferencia
dejé a un lado tus besos de miel
la rosa de tus labios marchité,
tus palabras las tiré al viento
mis manos abandonaron tu tierna cintura,
el calor de tu pecho abandoné
y me escondí de tu mirada.
Amor . . . mi corazón es un suplicio
está lleno de cicatrices que Tú no ves
y encuentra en Ti el bálsamo de alivio
al cobijar tu cariño nuevamente.
Hoy vuelvo arrepentido de mi insensatez.
Te imploro: ¡ Déjame entrar de nuevo a tu vida !
¡ Mira, está abierta la puerta de mi corazón !
Mujer encantadora del alma
que si no te amase, no tendría razón para vivir,
si no te amase, no tendría valor para suplicarte,
¡ Por favor ! escucha mi ruego,
vengo a decirte con el corazón arrodillado:
¡ Perdóname !
Jaime García Alvarez