¿Cómo nombrarte y hacer que te des cuenta de lo que pasa dentro?
Tus manos tan alejadas que de a poco se cierran en el único abrazo de la soledad entre quimeras. Cierro los ojos para evitar ver el uno frente al espejo. Hoy nada fue suficiente y la asfixia del interior reclama la vida.
Camino tras tus pasos esperando que des vuelta y decidas tomar vuelo hacia mí, por lo mientras, como la tonta de siempre, te espero. Sí, en esa silla, en ese cuarto frente a la ventana, donde las mariposas vuelan libres entre las hojas de los árboles, donde los sueños pasan fugaces centellando ante la realidad. Una silla en medio de la habitación, es lo que me queda, lo único que queda por ofrecerte.
El espíritu se derrite y se disuelve entre nostalgicas esperanzas, el color se desvanece, dejo de existir, dejo de sentir. Hoy me fui, desaparecí y tú... no estabas ahí.