Te muestras con la noche
y llenas de incertidumbre mi vida.
Siempre dispuesta mi atalaya
te trae a sus ventanas abiertas
(de par en par)
para conversar…
…
El sábado escuché tu mensaje
lumínico, breve, escapado a Levante
donde siempre me esperas.
A veces no te veo, pero te siento.
Te siento oculto a todos
(y a mi).
A veces, imprecando tu abandono,
estrello mi enojo contra el aire,
contra la brisa del mar
… y contra mi conciencia.
Sabes que no desespero. Te aguardo.
Sé que llegará el momento
cierto, como la vida…
que espero.
(Trinidad)