Tu voz me llama en la distancia,
gritaste mi nombre al viento,
y el eco arrastra el lamento
de un amor que no muere,
aún si la soledad le acompaña.
Vivo en tus entrañas,
y tú, en las mías,
me alimento de tu ser amante.
Tu primavera florece en un campo
que seca el viento,
donde la helada cae como tormenta de pena.
El sol oculto la luz en tu cielo,
me extrañas, me buscas
y gritas mi nombre
sin saber acaso,
que desde la otra orilla de tu océano
te busco, grito tu nombre
y me lamento,
porque perdí la luz de tu mirada,
la caricia de tus versos,
porque tu sonrisa ya no canta mi nombre.
Hoy nuestra voz es lamento a destiempo,
los días y las noches son eternos,
el silencio es roto por corazones heridos,
por amantes que mudos separaron caminos
y hoy sus pasos cruzan mares de abandono.
Recuerdos que se sostienen por lazos invisibles,
donde la palabra se guarda y espera,
donde las alegrías
y las penas se tomaron de la mano
y abandonaron nuestra presencia.
Pero, nos dejaron unidos,
atados a la orilla contraria
de un océano de amor,
en el que como una isla,
florecen de mil colores sentimientos
que no sueltan a dos tristes figuras solitarias.
Somos parte de un amor
que desconoce el olvido,
gritare tu nombre y quizá,
cuando tu grites el mío,
chocaran nuestras voces,
unirán a nuestras almas...
Y acortaran la distancia.
Zyanya@