El tiempo cae gota agota, la luz estaba apagada,
todos guardaban silencio, todos dormían.
De pronto salió del agua el gran Dios,
rompió la oscuridad con una voz relampagueante y ordenó despertar.
Sopló el caracol del día cero y derramó la primera lluvia.
En ese momento nació la voz,
la voz que retumbaba en nuestras cabezas
cada vez que caen los rayos de una tormenta.
La voz que hizo huir el silencio.
La tierra emergió del agua lentamente,
extrajo de sus entrañas a la luna
y la coloco sobre su cabeza.
Luego extendió las semillas,
abrió los brazos y recostó su cuerpo para bañarlo.
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Isaac Esaú Carrillo.