Deslumbrante luz dorada
que adormece la conciencia
ajena a la inconsistencia
de su sustancia amañada.
Imagen, voces, sonrisas,
en las que subyace el daño
que se forja en el engaño
de esas figuras concisas.
Pátinas que esconden lastres
de tejidos inconclusos
que azuzan en malos usos
de mi alma los desastres.
Vapores de translúcida belleza
surgidos en los avernos del mundo
que ocultan un simple humo infecundo
invasor con ardid y sutileza.
Son corceles, corceles del desencanto,
que aplastan hierbas crecidas
de ilusiones mal nacidas
precursoras de mi llanto.