RICARDO ALVAREZ

¿ TUS DESOS Y MANOS ? de MORENA

¡ De que dedos hablas, amor, si dedos ¡

Son  diez hermanos elásticos.

Seis de jade pulido, terso y suave, cuatro de diamante duro y opositor.

Sólo parecen dedos.

 

Son diez  hojas largas,  con las yemas cubiertas

de papel lustre que relucen como joyas,

con sangre de uva en las arterias y de mosto diluido  silbando por las venas

Lo  que llamas dedos:.

Son sensibles antenas parabólicas,

extremos de un ácaro Reina, ejemplar de especie única,

con el  habito casi maniaco de la caricia.

Cuando chispean en el aire,

Son racimos de castañuelas, en una jota Aragonesa,

soplando al viento como aspas movidas del molino.

Al baile,  hacen exquisita pareja,

entre los seis largos, las dos  pulposas  y

los dos pequeños príncipes.

 

Se desprenden como brazos enanos,

ramales del río inmenso al que llamas mano.

Con un dorso de seda estampado de flores y besos

que semejan ser venas superfluas, y

del campo desmalezado, liso como mármol,

fluyen correas en el surco del amor, disfrazadas en  tendones.

Camuflados como soldados de verde uniforme,

en el mapa dorsal de una geografía de paraíso,

como arrozal anegado y floreciente.

Las córneas de laca que llevas por uñas

no precisan la mano de un artista cromático

Son dueñas del color absoluto, en el imperio que abarca,

de la lila al granate, al limite del morado prusia.

                   Incrustadas hay,

diez mínimas medialunas irradiando tanto fulgor en la noche,

que los astros se confunden, creyendo que hay once lunas.

Por tus palmas supinas, decoradas en ribetes de rayas,

como letras escritas en un libro de páginas rosas,

se despliega un abanico de colección,

entre la hoja púdica que cubre el enigma de venus y

los Apalaches hechos cerro,

como montículos para el beso.

Si fueran aladas, estarías volando sobre un Pegaso.

Con diez criaturas asidas de la crin, o

cocinando la papa y el tomate, con el sudor de lava ,

del cráter eruptivo del volcán que llamas palma.

 

                            ¡ De que dedos hablas, amor mío ¡tú no tienes