CUANTAS lágrimas ROZARON tu suave PIEL:
Donde solo una había logrado quedarse por un instante sobre tu pecho desnudo, creyendo haber captado su sentida presencia antes de ser historia como tantas otras que durante años intentaron precariamente no ser olvido, cayendo fríamente en los espacios reiterativos, sin tiempo de amor…,
Inconmoviblemente, formándoseme un nudo en la garganta, al querer pronunciar el nombre de la mujer amada, que prohibitivamente desvelaba mis pensamientos cautivos al verla dormir tranquilamente, mientras mis sollozos se hacían cada vez mas grande en mi desesperación, mordiéndome los labios hasta casi sentirlos sangrar…,
Vanamente, anunciando por el alma en mis tristes ojos el reflejo impune de la derrota, volteando lentamente la espalda al pasado vivido que me ataba fiel y sinceramente a los pies de tu cama, por sentimientos encontrados de un ayer complaciente del que me negaba rotundamente a renunciar, por ser muy mío y verdadero, pero mi destino de desamor estaba escrito sin saberlo desde cuando, al dorso de tu desnuda espalda…,
Como un llamado a la reflexión, aun sabiendo que fingías dormir profundamente al presentirme llegar al cuarto, por no desear notar mi recordada presencia en tus brazos, donde será que se extraviaron esos besos que nos ponían a soñar despierto aunado a esas dulces caricias inesperadas en el cuerpo, por esas dos personas amables que mirándose con profundo amor en silencio, fueron su razón por existencia.
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Sergio Yglesias García
Caracas, 24/02/2011 10:45 PM.