Que grata sorpresa me regalo
el destino despues de cuatro años,
volverte a encontrar, de golpe me vino,
el día que te conocí, cuando andaba,
de viaje de trabajo, y en transbordador,
en ruta de Mazatlán, a La Paz,
cuando tu belleza me cautivo,
esos hermosos luceros que hacian juego,
con esa inmenso mar de Cortez,
me acerque con cautela, y te invite una copa,
bailamos toda la noche, al compas de la orquesta,
mientras el barco, continuaba su travesía,
en la madrugada, salimas a cubierta,
para a solas disfrutar del hermoso espectaculo
que la naturaleza nos regalaba,
fue cuando por primera vez, te robe un beso,
cuando senti, el dulce sabor que emanaban tus labios.
Rato despues de dejarnos conocer,
nos fuimos a mi camarote, donde nos conocimos bien
la primera ves que me sumergi en el calido abrazo
de tu cuerpo, sentir el tenue calor que irradia tu piel
al sentir mis dedos recorrer tu piel, erizarme de sentimientos,
cuando tus jovenes labios y tu inquieta lengua, saboreaba
mi cuerpo en su totalidad, dejandonos llevar por los instintos,
me pedías callamente, que recorriera el ardiente ya,
cuerpo tuyo que recorriera el relieve de todos tu ser,
bajo el vaiven de la nave, ante el oleaje, querias sentir
el ritmico frenesi de mi virilidad, estar bailando dentro de tu virtud.
Hoy en medio de un fragoroso día de trabajo
cuan grato fue el encontrar de frente,
la divina promesa, de encontrar a buen puerto,
un rato de sociego, al ver ante el inmenso azul
de tus ojos, un momento de paz, un breve parentesis
de varios días pesados, de volver a revivir,
de recordar con cuanta suerte te conoci ese día.