“Tengo miedo del encuentro
con el pasado que vuelve
a enfrentarse con mi vida.
Tengo miedo de las noches
que, pobladas de recuerdos,
encadenen mi soñar.
Pero el viajero que huye,
tarde o temprano detiene su andar.
Y aunque el olvido que todo destruye,
haya matado mi vieja ilusión,
guarda escondida una esperanza humilde,
que es toda la fortuna de mi corazón.”
(Alfredo Le Pera)
Mis orígenes se pierden en los abismos del tiempo
entre el paso rígido y firme de un tango arrabalero
y la voz desgarrada de un instrumento de viento….
¡Qué acogedor y lindo fue aquel febril sueño
que, alimentado por no sé qué razón,
me hizo retornar a mi origen porteño!
¡Cómo se clavaba en mí la voz de un instrumento
que se escapaba sin remedio de un bandoneón
al respirar con sus pulmones de cuero, muy lento,
emitiendo sus quejidos salados de mar de plata;
acompañando la voz de una vieja canción,
voz que nuevos sentimientos hacen que lata…
haciendo jirones toda mi alma y todo mi corazón!
Me pregunto si aquél no fuera un lamento,
tal vez lamento aprendido desde muy niño,
que una abuela un día con una gran pasión
le había legado a mi vida con unos ojos de cariño…
Lejos le quedó su Buenos Aires querido.
Gardel le afloraba en cualquier canción
despertando en ella un sentimiento dormido
al tiempo que una lágrima por su mejilla descendía …
“¡Ché, vos tenés que ir a esa bendita tierra
que tanto y tanto me llena de melancolía…
Mis entrañas, pibe, aún están en guerra
por volver a respirar el aire que yo respiré un día,
aquel aire salado que todos mis pensares encierra!”
Ahora, esa sangre india que regó mi existencia
duerme eterna sus sueños en tierra vizcaína
y hoy resucitada, para estos mis versos es la esencia,
fulgor de estrellas de la pampa argentina….