Duermes, duermes... vida, tiniebla;
tu mano dormida, tu boca sueña.
El amor cae mientra la niebla enamora
y yo en la silueta de tus labios
que sin pedirlo me envenenan.
Me doy cuenta, es otra ilusion más
en esta fiebre de tu ausencia
y me pregunto a mi mismo
¿oyes los ecos?, ¿oyes los ecos?!, ¿OYES LOS ECOS!!!
Es tu propia voz que grita,
es mi voz que se rompe y muere al viento...
Y el silencio se asusta y hoy solo queda,
la buya de tu cara en el repicar del espejo,
mi mano sangrante por tratar de asecinar
las rosas dejadas en el desolado jardin,
es que olvide las espinas,
las malditas espinas de su tallo agresivo;
tal vez por el desespero
o tal vez, porque quise olvidarlas
y sentir su lacerante dolor
y compararlo con aquel que dejaste en mi corazon.
¿Quien no desespera en una ausencia injusta?
cuando el amor es fresco y en segundos encarna al odio
entre silbidos de tus labios asecinos,
asi como alguna vez fueron tus besos en mi cuello
y sangró mi garganta, y me sentí vencido...
Tu voz dormida que huele a rocio de nostalgia
fue el detonante a un palpitar incesante;
en mi pecho erguido seduje tu fe fingida
que me desperto de entre escombros y la nada.
Despierta mi alma de su cama
buscando la forma de tu silueta hoy perdida
y no encuentro mas que un espacio lleno de silencio,
tu voz dormida ahora en el recuerdo,
el eco de un corazon palpitante
y junto a mi, la herida producto de una rosa
que dejó mi mano... adolorida y sangrante...