Un escape perfecto del atareado día.
Es escribir lo que se siente con alegría o melancolía.
Una palabra perfecta que se entinta de colores.
Un abrir y cerrar de ojos que se cubre de emociones.
Es disfrutarte leyendo, mientras veo como pasa el atardecer,
que trae los pájaros que temprano me avivaron, cuando volaban a comer.
Es un escape maestro que tiene en sus escenarios tu sonrisa.
Es disfrutarme la vida en calma, sin pausa pero sin prisa.
Es escribir hasta que mis manos se hagan grafito o la tinta
Que tanto aprecio.
Es agotarme pensando que todo es causa y efecto
Que todo es tranquilo o desconcierto.
Es un escape tranquilo que invita al mundo a descubrirnos.
A que nos lean, que nos critiquen, que nos digan locos o infelices.
Es la manera de expresar lo felices o enojados que estamos.
Sin gritos, sin pataletas, con puros trazos, con puras letras.
Es darle el valor a la historia y en ella siglos de escritura.
Es llenar el mundo de textos, de anonimatos sin censura.
Es amar al ser por su razón de ser y no por lo que tiene.
Es aprender a retroceder, y sacar del pasado lo que conviene.
Es el escape perfecto del mundo atareado
que nosotros creamos.
Es meternos en poemas, donde todo es tranquilo.
Y si no, no lo escuchamos.